—Este rompecabezas —empezó a decir el penúltimo contertulio— me recuerda un
problema que me planteó en cierta ocasión un matemático rural. Era un cuento bastante divertido. Un campesino se encontró en el bosque a un anciano
desconocido. Pusiéronse a charlar. El viejo miró al campesino con atención y le dijo:
—En este bosque sé yo de un toconcito maravilloso. En caso de necesidad ayuda
mucho.
— ¡Cómo que ayuda! ¿Acaso cura algo?
—Curar no cura, pero duplica el dinero. Pones debajo de él el portamonedas con
dinero, cuentas hasta cien, y listo: el dinero que había en el portamonedas se ha
duplicado. Esta es la propiedad que tiene. ¡Magnífico tocón!
— ¡Si pudiera probar! —exclamó soñador el campesino.
—Es posible. ¡Cómo no! Pero hay que pagar.
— ¿Pagar? ¿A quién? ¿Mucho?
—Hay que pagar al que indique el camino. Es decir, a mí en este caso. Si va a ser
mucho o poco es otra cuestión. Empezaron a regatear. Al saber que el campesino
llevaba poco dinero, el viejo se conformó con recibir una peseta y veinte céntimos
después de cada operación.
El viejo condujo al campesino a lo más profundo del bosque, lo llevó de un lado para
otro, y por fin, encontró entre unas malezas un viejo tocón de abeto cubierto de
musgo. Tomando de manos del campesino el portamonedas, lo escondió entre las
raíces del tocón. Contaron hasta cien. El viejo empezó a escudriñar y hurgar al pie
del tronco, y al fin sacó el portamonedas, entregándoselo al campesino.
Este miró el interior del portamonedas y... en efecto, el dinero se había duplicado.
Contó y dio al anciano la peseta y los veinte céntimos prometidos y le rogó que
metiera por segunda vez el portamonedas bajo el tocón.
Contaron de nuevo hasta cien; el viejo se puso otra vez a hurgar en la maleza junto
al tocón, y realizóse el milagro: el dinero del portamonedas se había duplicado. El
viejo recibió la peseta y los veinte céntimos convenidos.
Escondieron por tercera vez el portamonedas bajo el tocón. El dinero se duplicó esta
vez también. Pero cuando el campesino hubo pagado al viejo la remuneración
prometida, no quedó en el portamonedas ni un solo céntimo. El pobre había perdido
en la combinación todo su dinero. No había ya nada que duplicar y el campesino,
abatido, se retiró del bosque. El secreto de la duplicación maravillosa del dinero, naturalmente, está claro para
ustedes: no en balde el viejo, rebuscando el portamonedas, hurgaba en la maleza
junto al tocón. Pero, ¿pueden ustedes indicar cuánto dinero tenía el campesino
antes de los desdichados experimentos con el traicionero tocón?
Este problema ha sido extraído del libro "Matemáticas recreativas" de Yakov Perelman. Es bastante antiguo.
Pues sí. Puedo indicar el dinero que tenía el campesino antes de los experimentos; eso si, en lugar de céntimos y pesetas emplearé euros. El campesino tenía 1,05€, es decir 105 céntimos.
ResponderEliminarPodría indicarnos usted como se plantea esto como ecuación o similar; eso no he sabido plantearlo yo. Gracias!
Si x es el dinero que llevaba (en euros, aunque yo añoro a la peseta), entonces
Eliminar2x=(1.2/2+1.2)/2+1.2
y ya está, no hay más.